La  preparación de los jóvenes de hoy para enfrentar las exigencias del  mundo laboral, se constituye en una de los problemas que genera mayor  angustia en los docentes de las instituciones, cuando llega el momento  de enviar a los estudiantes a realizar las practicas laborales propias  de los últimos semestres, surgen las inquietudes de si el estudiante  cuenta con la competencias suficiente no solo a nivel intelectual, sino  también a nivel personal, para afrontar un compromiso tan grande como  este, donde la institución es la que se verá perjudicada en caso que el  estudiante no cumpla con lo esperado en las empresas. 
 Existe  la necesidad de desarrollar altos niveles de competitividad en el  estudiantado, en razón a que las exigencias que se realizan en el campo  laboral, no se encuentran limitados a un solo campo de conocimiento,  sino también a diferentes ámbitos donde se hace necesario que el  estudiantes tenga conocimientos avanzados.  
(Ministerio  Nacional, Ruiz, 2005) “La educación tiene el desafío de actualizar su  enfoque de formación para desarrollar en los estudiantes competencias  laborales que incrementen sus probabilidades de éxito en la vida  personal y social. Para el sector educativo esto implica ampliar sus  perspectivas con información sobre la dinámica y tendencias de su  entorno, acercarse al mundo productivo para establecer alianzas,  contribuir con una educación pertinente y de buena calidad y ser parte  activa y fundamental de la estrategia de competitividad y productividad  regional y nacional”. 
Las  competencias son definidas como el conjunto de capacidades, habilidades  y destrezas con las que cuenta un individuo para desempeñar un cargo,  se habla de dos tipos de competencias: especificas y generales, la  primera hace referencia a las habilidades, y dominios de conocimientos  que posee un sujeto que lleva a la consecución de un resultado en un  campo específico, por el contrario, las competencias generales son ese  conjunto de destrezas que pueden ser aplicadas en cualquier ámbito y se  hacen necesarias para que el sujeto pueda ingresar a desempeñar las  competencias especificas. 
La Ley  30 de 1992, reguladora de la educación superior, define la educación  como un proceso permanente que posibilita el desarrollo de las  potencialidades del ser humano de una manera integral, que se realiza  con posteridad a la educación media y tiene por objeto el pleno  desarrollo de los alumnos y su formación  académica profesional. 
A  partir de esto, podemos notar la importancia de generar una formación  integral en los estudiantes, entendiendo como educación integral la  formación de las distintas áreas de la personalidad, las cuales tienen  entre sí una interrelación que se ven involucradas en todos lo ámbitos  del ser humano. 
La  existencia de esta problemática lleva a reflexionar e intervenir en una  situación en la que nos encontramos sobre aviso, y sobre la que tenemos  la ventaja de conocer cuales son las exigencias del mundo laboral  actualmente, sería absurdo seguir realizando los mismos procesos de  formación, cuando se hace necesario reestructurar todo en función del  alumno y las exigencias que se nos hacen. 
Las  exigencias del mundo laboral no están inclinadas hacia ninguno de los  tipos de competencia, es necesario un equilibrio entre ambas, en razón a  que al ser el hombre un ser integral, existe una especie de engranaje  en todas sus áreas, por lo cual es preciso que en el proceso de  formación se trabajen todas las áreas por igual sin darle relevancia a  una por encima de la otra. |                    |                
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